Edgar Fonseca, editor/Foto Zoom PuroPeriodismo
Dice que sintió temor.
Que sintió miedo.
Pero iba decidida a alcanzar su sueño.
Y lo logró, con hazaña de por medio.
La escaladora nacional, Ligia María Madrigal, conquistó la máxima cumbre mundial, el Monte Everest, a las 5 a.m. del pasado 22 de mayo, e hizo historia.
Así lo narró durante una amplia entrevista que concedió a este editor ayer martes 11 de junio vía Zoom Facebook Live.
Fue la primer mujer costarricense en alcanzar dicho objetivo, la quinta centroamericana en lograrlo, y se sumó a la lista de más de 800 mujeres que han conquistado dicha cumbre desde mayo de 1953 cuando el neozelandés, Sir Edmund Percival Hillary, y el guía hindú, Tenzing Norgay, ascendieron por primera vez.
La primera mujer en ascender fue Junki Tabei, Japón, quien hizo cima el 16 de mayo de 1975.
- Con datos a diciembre 2023, 6.664 escaladores coronaron la cumbre, a los que se sumarían 200 tras la presente temporada, con un saldo mortal de 8 fallecidos en el intento, aunque una cifra menos grave que las 18 víctimas de 2023.
Todos tenemos un Everest
A casi un mes de su ascenso, Madrigal conserva, palpita y transpira fuertes emociones en las que destaca su agradecimiento a Dios porque le permitió lograr su cometido en medio de un clima favorable, sin fuertes tormentas de nieve ni vientos, aunque soportó temperaturas permanentes de -26°C.
Esta diseñadora gráfica, de 51 años, no termina de bajar a tierra tras una estancia de 50 días en Nepal en tareas de aclimatamiento que la hicieron sentirse más segura y firme que en su primer intento cuando, el 17 de mayo 2023, desistió de hacer cima a solo 800 metros al enfermarse el sherpa que la acompañaba.
Sus sentidos aún no dan crédito de haber logrado su férreo objetivo un año más tarde.
En esta oportunidad, no cesa de reconocer el profesionalismo del sherpa Dorchi Sherpa que la acompañó, a quien incluso agradece haberle salvado la vida cuando, siete días antes de escalar la cumbre, en un ejercicio de rotación en el Glaciar del Khumb, cayó en una grieta de la cual fue extraída gracias a la cuerda de seguridad a la que se mantuvo atada.
Aunque fue un momento de mayor emergencia, en que los minutos se le hicieron eternos, Madrigal recuerda que no entró en pánico sino que sintió confianza de salir con bien gracias al rescate practicado. Y eso fortaleció su ánimo con miras al objetivo clave.
La preparación, el apoyo del experimentado sherpa, y su firmeza mental y emocional fueron esenciales para que la madrugada del 22 de mayo, tras nueve horas de caminata, sus ojos fuesen testigos de un amanecer “mágico” en el mayor pico montañoso del mundo.
Se quedó extasiada, muda, sin poder creer lo que veía.
“Tuve la bendición de ver el mejor amanecer de mi vida”, relata.
Fue un momento abrumador, emocionante, como el día que nació su hija.
¡Fue un momento mágico que nunca voy a olvidar en mi vida”, resalta.
A casi un mes de su gesta, Madrigal extrae como una de las grandes lecciones, que los desafíos y, en particular, la adversidad son oportunidades que las personas deben aprovechar para lograr cambios positivos en sus vidas.
Cada quien tiene un Everest en su vida, dice.
Para ella este capítulo le ha servido a fortalecer la unión familiar, y a no darse por vencida ante los obstáculos que aparezcan en el camino a pesar del sacrificio de por medio.