Edgar Fonseca, editor
“Un sistema político sin control deja de ser democrático”, advirtió el expresidente y Premio Nobel de la Paz, Oscar Arias, al presentar su libro Páginas de Mi Memoria la noche de miércoles.
“Hacer política es, siempre, enseñar. El político, para ser decente, debe también ser docente. Debe comprender, además, que con los derechos vienen siempre las responsabilidades. Un sistema político sin control deja de ser democrático. En una democracia el poder solo es legítimo si es limitado. Pero el control es poder y debe ser, a su vez, supervisado”, puntualizó el exgobernante, periodos 1986-1990, 2006-2010.
Sin aludir a actores ni al momento político del país, sus palabras irrumpen en medio de la polarización que distintos sectores cuestionan al presidente Rodrigo Chaves por intentar someter, vía referéndum, limitaciones a la Contraloría General de la República lo cual fue declarado inconstitucional por un fallo de la Sala IV el 29 de julio.
No le teme al juicio de la historia
“Costa Rica ha sido generosa al reconocer mis aciertos y mis buenas decisiones. Nada de eso será arrastrado por el agua. Es cierto que el tiempo es el juez más implacable de todos y sus sentencias son, probablemente, las más neutrales, desapasionadas y veraces. La historia, llegado el momento, juzgará todos los actos de mi vida política y los evaluará sin ningún interés. Por eso no le temo a ese momento, porque sé que cuando llegue, seré juzgado por las acciones que impulsé y la intención con que serví a mi país; seré juzgado por las políticas que adopté y los logros que a partir de ellas obtuvo Costa Rica”, destacó Arias durante el evento en el Costa Rica Tennis Club.
“Le entregué a mi pueblo los mejores años de mi vida, y los costarricenses me dieron a cambio más de lo que merezco y más de lo que pedía. Me ofrecieron su confianza y me externaron su cariño”, agradeció.
Poder no para favorecer a amigos
“La política y la ética van de la mano. Siempre he creído que el poder político no puede usarse para favorecer al amigo, y menos aún, para hacerle daño al adversario. El desprecio por el honor ajeno no es signo de honorabilidad propia. La honestidad es una virtud y en la función pública es, además, una obligación. Quien no se sienta comprometido con las causas más apremiantes que nuestro mundo reclama, y no tenga vocación de servicio, puede dedicarse a cualquier cosa, excepto a la actividad pública”, aseveró.
“La política ha sido siempre un oficio que ejercen seres imperfectos con recursos limitados. No es, ni ha sido nunca, el quehacer de héroes o profetas. No la ejercen seres omniscientes, como oráculos. No la ejercen seres indestructibles, como titanes. No la ejercen seres sublimes, como dioses. La ejercen aquellos que buscan y aceptan la responsabilidad de liderar. Me reconforta saber que no era un ángel aquel que tuvo el coraje de liberar a su pueblo con la resistencia pacífica y la no violencia. No era un semidiós aquel que declaró que todos los hombres son libres sin importar el color de su piel. No fuimos superhombres quienes en 1987 buscamos alcanzar un acuerdo que pusiera fin a los conflictos que enfrentaban a hermanos con hermanos, y cubrían los países centroamericanos con una oscura nube de muerte”, reflexionó.