- El vicio de carácter, que le hace subestimar a los demás, no es un buen augurio para Bukele y los suyos. La comedia, la historia y la sicología pronostican todas que ese legado que le desvela por las noches y que traiciona de día terminará igual que han terminado los de todos los miembros del club de los corruptos vanidosos.
Carlos Dada, editor, El Faro, San Salvador-Es recurso común, en comedia y tragicomedia, explotar hasta la exageración los vicios de carácter de un personaje, es decir sus defectos, asociados a los llamados siete pecados capitales, que le llevan a tropezarse constantemente y conspiran contra sus propias metas.
Vicio de carácter es, por ejemplo, la vanidad o narcisismo, que consiste en creerse superior a los demás. Cuando la vanidad se convierte en trastorno, el trastornado tiende a sobrestimar sus capacidades y termina autosaboteándose, como el ensimismado cazador Narciso del mito griego que se ahoga intentando besar su propio reflejo en el agua.
Fuera de los escenarios, el diagnóstico y tratamiento profesional de estos trastornos ya no es terreno del arte, sino de la sicología.
La semana pasada, Redacción Regional nos informó que los hermanos Bukele compraron un edificio en el centro histórico inmediatamente después de que la Asamblea, a iniciativa del Ejecutivo, aprobara una ley de exención de impuestos durante diez años para quienes inviertan en el centro histórico de la capital. Pocos días antes, ese mismo medio publicó que, desde que Nayib Bukele llegó a la presidencia, su familia ha multiplicado sus propiedades por diez.
En justa manifestación de su estatura política, Nayib Bukele respondió a las publicaciones con insultos. Llamó imbéciles a los periodistas por atreverse a cuestionar la probidad suya y de los suyos.
El Faro, San Salvador