Edgar Fonseca, editor/Google Images
Lleva dos años y siete meses “vendiendo humo” desde Zapote.
Mintiendo.
Engañando.
Polarizando al país.
Atizando una división nunca antes vista en nuestra sociedad.
Renegando del sistema institucional.
Dinamitando puentes de diálogo, de conciliación, de construcción de una agenda nacional ante los desafíos.
Dos años y siete meses que confirman el “salto al vacío” que se temía en salud, educación, seguridad e infraestructura.
Dos años y siete meses desperdiciados en ocurrencias e intentos de imposición de una agenda ilegal e inconstitucional.
Desperdiciados en no asumir sus tareas de gobernante sino en atribuir a otros las responsabilidades.
Desperdiciados en agredir desde su podio a quienes no se acomoden a sus bastardas intenciones.
En perseguir con saña, flagrante, a quienes discrepen, lo increpen o le demanden cuentas.
Dos años y siete meses en que ha consumado la más infame campaña de ataque al sistema institucional en tiempos recientes, de la que es testigo la opinión pública, mucha de ella en silencio cómplice.
Campaña rencorosa, venenosa, que tiene en punto de mira desde el día uno a la Asamblea Legislativa, el Poder Judicial, la Fiscalía, la Contraloría General de la República, el Tribunal Supremo de Elecciones.
Una campaña con la que se apresta a pedir el voto del electorado para dar continuidad a su espurios objetivos.
Monta shows y escándalos en cada vuelta de esquina y pretende enfangar a todos cuando pueda.
He ahí la importancia del contundente rechazo del presidente de la Corte Suprema de Justicia de no caer ni prestarse al juego de un seudodebate con el que este embaucador quería dar el saludo de Año Nuevo.
Que monte esa fanfarria con sus obsecuentes ministros, presidentes ejecutivos, acólitos y la red de troles, bot y medios que, sin sonrojo, le sirven de alfombra.
Deje de engañar.