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Fue la potencia de fuego rusa la que ayudó a mantener a Bashar al Assad en el poder durante los últimos nueve años.
Pero, en cuestión de días, el proyecto del Kremlin en Siria se desmoronó, y Moscú, aparentemente, no pudo hacer nada al respecto.
En un comunicado, el Ministerio de Asuntos Exteriores ruso anunció que Assad había dejado el puesto de presidente y el país.
Añadió que Moscú estaba “siguiendo con extrema preocupación los dramáticos acontecimientos en Siria”.
Más tarde medios estatales rusos, citando a una fuente del Kremlin, aseguraron que Al Assad y su familia se encuentran en Moscú, donde se les ha proporcionado asilo “por razones humanitarias”.
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